sábado, 14 de julio de 2012

Nosotros y los otros.

Echeverría y Sarmiento: dos relatos fundacionales.


Se podría decir que la historia de la narrativa argentina comienza dos veces: en "El Matadero" y en la primera página del "Facundo". Doble origen, doble comienzo para una misma historia. De hecho ambos textos narran lo mismo y nuestra literatura se abre con una escena de violencia contada dos veces. La anécdota con la que Sarmiento empieza el Facundo y el relato de Echeverría son dos versiones (una triunfal, otra paranoica) de una confrontación que ha sido narrada de distinto modo a lo largo de nuestra literatura. En ese enfrentamiento se anudan significaciones diferentes que se centran en la fórmula de la lucha entre la civilización y la barbarie.
La primera página del Facundo: " A fines de 1840 salía yo de mi patria, desterrado por lástima.....Al pasar por los baños del zonda, bajo las Armas de la Patria, escribí con carbón estas palabras: On ne tue point les idée. El gobierno a quien se comunicó el hecho, mandó una comisión encargada de descifrar el jeroglífico, que se decía contener desahogos innobles, insultos y amenazas. Oída la traducción. Y bien, dijeron ¿qué significa esto?
Anécdota patética, un hombre que se exilia y huye, escribe en francés una consigna política. Se podría decir que abandona su lengua materna del mismo modo que abandona su patria. Ese hombre con el cuerpo marcado por la violencia deja también su marca: escribe para no ser entendido. La oposición entre civilización y barbarie se cristaliza entre quienes pueden y quienes no pueden leer esa frase escrita en otro idioma; el contenido político de la frase está en el uso del francés. El relato de Sarmiento es la historia de una confrontación y de un triunfo: los bárbaros son incapaces de descifrar esas palabras y se ven obligados a llamar a un traductor. Por otro lado, esa frase ( que es una cita de Diderot) se ha convertido en la más famosa de Sarmiento, traducida libremente por él como: "Bárbaros, las ideas no se matan".
La historia que cuenta El Matadero es como la contracara atroz del mismo tema. En lugar de huir y exiliarse, el unitario se acerca a los suburbios, se interna en el territorio enemigo. La violencia está puesta aquí en primer plano.
Si en el relato que inicia el Facundo todo el poder está puesto en el uso simbólico del lenguaje extranjero, en el cuento de Echeverría todo está centrado en el cuerpo y en el lenguaje (marcado por la violencia) que acompaña y representa los acontecimientos. Por una lado un lenguaje "alto", casi ilegible. Por otro lado un lengua "baja", popular, llena de matices y de flexiones orales. La división de los mundos enfrentados toca también al lenguaje. El registro de la lengua popular, que está manejado por un narrador como una prueba más de bajeza y la animalidad de los "bárbaros" es un acontecimiento histórico y es lo que se ha mantenido vivo en El Matadero.
Una opción sería: El Facundo empieza donde termina El Matadero. Entre la cita en francés de Sarmiento y la representación del lenguaje popular en El Matadero, en la mezcla de lo que allí aparece dividido, en la relación y el antagonismo se define una larga tradición de la literatura argentina. Pero a la vez la importancia de esos dos relatos reside en que entre los dos plantean una opción fundamental frente a la violencia política y el poder: el exilio ( con el que se abre El Facundo) o la muerte ( con la que se cierra El Matadero). Esa opción fundante volvió a repetirse muchas veces en nuestra historia. Y en este sentido podría decirse que la literatura tiene siempre una marca utópica, cifra el porvenir y actualiza constantemente los puntos clave de la política y de la cultura argentina.


Fuente: Ricardo Piglia, en La Argentina en pedazos, Bs. As., Ediciones de la Urraca, 1993.
Nos seguimos leyendo!!!

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